No solo los niños adoran los peluches. Algunos adultos mantienen consigo los que obtuvieron en su infancia y otros coleccionan los que están de moda. Pero ciertas personas, consiguen en estos tiernos muñecos una fuente de excitación sexual. Esta atracción poco usual se le conoce en psicología como “plushophilia”.
Un artículo de la revista electrónica Sexualidad 180, dedicado al tema (http://sexualidad.salud180.com/sexualidad/te-excitan-los-peluches), aclara que la “plushophilia” es una desviación sexual perteneciente al ámbito de las parafilias o los fetichismos, y que incluye no solo el gusto por los peluches, sino también por las personas disfrazadas de animales, como osos, pájaros o tigres.
Según los especialistas, este fetiche comienza a temprana edad con la acumulación excesiva e injustificada de muñecos sobrestimados. Con el tiempo este placer por la acumulación de juguetes, se hace compulsivo e incontrolable y la persona comienza a sentirse identificada con sus figuras. Al principio juega a que sus muñecos tienen vida, luego juega a que son ellos y finalmente olvidan su personalidad y se dejan llevar por la fantasía.
Aunque en la actualidad el número de personas registradas con este padecimiento en el mundo no parece representativo, se puede percibir que existe una cultura asociada a este placer sexual, que se expresa en innumerables páginas de Internet dedicadas a los fanáticos, así como la existencia de ciertos “lugares de citas” para tener sexo-peluche, que se conocen como “Furry World”. En ellos, las personas exploran el erotismo desde otra perspectiva, intimando con muñecos y personas disfrazadas de peluche.
Estás personas, llamadas entre ellas “furris”, cambian de animal de acuerdo con su estado de ánimo. Eligen uno con el que se sienten identificados en el momento y adoptan aptitudes propias de éste, convirtiéndose en una especie de alter ego. Los sexólogos consideran que esto es natural y propio de los juegos sexuales. Muchas parejas fingen historias de policías y ladrones, doctores y pacientes, maestros y estudiantes. La única diferencia es que en el caso de la “plushophilia”, la imaginación alcanza dimensiones que son nuevas para las actuales ciencias del comportamiento.
Sin embargo, los psicólogos están de acuerdos en que esta estimulación sexual con peluches y personas disfrazadas de peluches puede surgir de un goce puramente sensual y que no necesariamente debe conducirlos al coito. Simplemente ayuda a estimular las fantasías, teniendo una influencia anímica de tipo espiritual.
Lo cierto, es que ya sea de forma individual, en pareja, o en grupo, la excitación con peluches parece estar de moda y cada día gana más seguidores dispuestos a vivir experiencias eróticas encubiertas en personalidades que, por lo general, disfrutamos en los programas infantiles.
Fuentes: Sexualidad 180: www.sexualidad.salud180.com
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